La entrada de hoy esta dedicada a uno de los platos más populares de la vajilla ática de barniz negro del siglo IV a.C. y resulta ser el modelo paradigmático en cuanto a multitud de hallazgos, entre las sociedades ibéricas del sureste y levante peninsular.
Forma 21 de Lamboglia, está decorada con
ocho palmetas "combinadas" y alrededor de doble círculo
inciso central, orla de ovas, y otra exterior de 25 palmetas
"enlazadas".
Se define morfológicamente por marcar
una curva continua desde el fondo hasta el borde vuelto al interior.
Pie de anillo en cuya base lleva en los ejemplares mas antiguos una
"uña" producida por una acanaladura.
El fondo interno, bastante plano, suele
presentar una decoración de palmetas impresas unidas por tallos
incisos y círculos de estrías hechos con ruedecilla, y a veces
también se marcan orlas de ovas, como el plato objeto de análisis.
El fondo externo se encuentra barnizado
y suele señalarse un ombligo cónico más o menos pronunciado.
Corresponde al “incurving rim bowl” del Agora de Atetas (Sparkes
y Talcott, 1970: 131-132) y en el Mediterráneo occidental se ha
conocido tradicionalmente como "forma 21" de la
clasificación del profesor Nino Lamboglia (1952: 170-171).
En El Cigarralejo constituyen el grueso
de los platos de vajilla ática. Así de 114 unidades que pueden
clasificarse en cuatro tipos, de ellos la "F21L" cuenta con
74 ejemplares (64,92%), con una cronología general del siglo IV
a.C., centrado principalmente en los primeros cincuenta años de la
centuria con 65 unidades que son el 87,8% de sus ítems. Tienen el
mayor auge c. 375-350, mientras que para la segunda mitad del siglo
IV a.C. se catalogan 9 piezas (12,1%) (García Cano, 1998: 164-165).
Este dato de El Cigarralejo es extrapolable al conjunto de la Región
de Murcia (García Cano, 1982; García Cano y Page del Pozo, 1994).
La abundancia de este modelo de platos
coincide con el máximo auge en la recepción de cerámicas
atenienses por parte de las poblaciones indígenas del sureste
peninsular que, cronológicamente, se plasma entre los últimos años
del siglo V a.C., y las primeras décadas de la segunda mitad del
silgo IV a.C. En este contexto es indudable su éxito, junto a
determinados tipos de copas como bolsales y kantharoi.
Estas piezas de vajillas de lujo, o
pseudolujosas, debieron de tener una alta consideración por parte de
las clases dirigentes y/o pudientes de las sociedades ibéricas, lo
que se aprecia por las huellas de uso de muchos de ellos, o las lañas
de reparación y porque, finalmente, son introducidos como bienes de
prestigio y riqueza en las tumbas, formando parte del ajuar fúnebre.
Más información: Cerámica ática de barniz negro de la necrópolis de El Cigarralejo (Mula,Murcia) por Emeterio Cuadrado en el siguiente enlace:
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