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28 de diciembre de 2012

La Mujer Ibérica

La presencia de esculturas femeninas en las necrópolis ibéricas a partir de fines del siglo V comienzos del siglo IV a.C. y la creciente participación de la imagen femenina en el repertorio de la plástica funeraria es un fenómeno significativo de creciente documentación (Izquierdo, 1998- 1999).

Sala VIII: Pedestales III,IV Y V. Imagenes figuras femeninas


En este sentido, la integración de iconografía de mujeres en el paisaje funerario ibérico no es indiscriminada, sino que se inserta en un sistema de autorrepresentación social.

El catálogo de imágenes femeninas estudiado desde estos parámetros se enriquece paulatinamente en la cultura ibérica, de tal forma que son diversos los tipos, formatos y gestos documentados en las necrópolis.

Merece la pena detenerse en la serie iconográfica de las "damas" sedentes.

La consideración del fenómeno de las "damas" (Aranegui, 1997b) es interesante desde la perspectiva de la historia de la investigación de la cultura ibérica y la arqueología de género.

La expresión de "dama" remite a un concepto de hondo calado en la historiografía ibérica, una denominación moderna de interés histórico, al margen de designar una serie tipológica y un esquema representativo.

Así, destacaremos las figuras entronizadas o sedentes, como la dama de El Cigarralejo (Cuadrado, 1995) (expuesta en esta sala del museo sobre el pedestal VII), la Dama de Baza (Granada), o la “adormidera” de Elche (Alicante) constituyen como ejemplo de este grupo, de distinta calidad estilística y escala más reducida.

Princesas o diosas, estas imágenes idealizan modelos sociales de alto rango, con atributos sagrados en algún caso. Expresión de valores de rango y riqueza, la imagen de estas damas realza la importancia de tumbas extraordinarias.

El caso de la dama sedente de El Cigarraiejo es particularmente interesante, puesto que como Baza, se contextualiza en un monumento-enterramiento, la tumba núm. 452 con doble enterramiento (Cuadrado, 1995).

La evocación del busto de Elche es directa en cuanto al tratamiento de "armazón", rígido y recogido en sí mismo, sobre el que se monta un complejo de adornos (León, 1997a), sin un estudio orgánico evidente.

Conocemos, además de las figuras sedentes, igualmente bustos, estelas o figuras estantes, como la que observamos instalada sobre el pedestal III (Cuadrado, 1984, 264, núm. 7; Ruano, 1987, III, MU-29; Castelo, 1995, MU-133). Apareció asociada esta pieza (Figs. 4 y 5) a la tumba 404 de la necrópolis. Interesa destacar el paralelo de la pieza con la serie de figuras estantes del santuario del Cerro de los Santos (28 piezas que constituyen el 32,56% del conjunto femenino estudiado, con 9 piezas completas y 2 fragmentadas), de formato variable y gestos diversos (de ofrecimiento del vaso, de presentación ante la divinidad con variantes según la posición de brazos y manos, extendidos, ocultas, manos sobre el regazo o manos unidas).

En el caso de El Cigarraiejo se presenta, sobre un plinto de 22 cm de anchura máxima x 14,5 cm de profundidad máxima x 3 cm de altura, una figura femenina estante de 40 cm de altura, fragmentada, vestida con túnica, manto y velo. Estas tres prendas se rematan lateralmente por borlas. Se aprecia únicamente la mano derecha, extendida, que se adorna con una pulsera y los extremos de los pies, con calzado liso y cerrado, separados. Presuponemos para la extremidad izquierda un posible gesto de ofrecimiento.

En la misma sala, sobre los pedestales IV y V se disponen dos sillares muy fragmentados con decoración en relieve, posibles nacelas de gola de un voluminoso capitel moldurado con relieves. En uno de los ejemplos, descubierto en la tumba 217 (pedestal IV) (Cuadrado, 1984, 263; idem, 1987a: 288-289; Castelo, 1995, MU-66; Izquierdo, 2000, Fig. 41,5), destaca la figura del ave, atributo asociado a imágenes funerarias en piedra, como se constata en la misma necrópolis en el caso de la dama sedente. Con respecto a la tumba (Cuadrado, 1987a: 399-400), se trata de un empedrado cuadrangular datada en el primer cuarto del siglo IV a.n.e., con rico ajuar con armas. No sólo documentó el fragmento que comentamos aquí, sino también una base escultórica de gran tamaño, una escultura antropomorfa fragmentada y un elemento correspondiente a un pie femenino. En la pieza que analizamos en este pedestal IV, de 27 cm de altura, se observa una figura cuya indumentaria es de gruesos pliegues, que se adorna con un brazalete en espiral de tres vueltas» del mismo modo que una de las “damitas" del pilar-estela del Corral de Saus (Izquierdo, 1998-1999), con el que se compara en forma e imagen.

Al igual que en el ejemplo valenciano, en este relieve de El Cigarraiejo se aprecian aun hoy restos de pintura roja entre los pliegues y filetes.

En el segundo ejemplo, de la tumba 130 (pedestal V) (Cuadrado, 1984: 264; idem, 1987a: 277; Castelo, 1995, MU 67; Izquierdo, 2000, Fig. 41,4), igualmente muy fragmentado, de 23 cm de altura, se aprecia una figura vestida con marcados pliegues, brazo extendido y mano con un atributo indeterminado, siguiendo el mismo esquema que el elemento anterior. La figura reposa sobre un doble filete liso. Igualmente conserva restos de pintura roja. Pertenece a la tumba núm. 130 (Cuadrado, 1987a: 277) corresponde al 375-350 a.C. y se define como un empedrado tumular de planta cuadrangular.

De estos relieves decorados con representaciones antropomorfas femeninas destaca el fragmento escultórico cuya mano derecha porta una paloma. Entre los dedos pulgar e índice de la figura surge la cabecita del ave, cuyo cuerpo reposa sobre el bloque.

El paralelo más directo de esta pieza se sitúa en la cercana necrópolis de El Cabecico del Tesoro de Verdolay o en el valle del Canyoles, en Corral de Saus (Mogente). En el sillar decorado, procedente de la necrópolis de El Cabecico del Tesoro, hallado en la tumba núm. 119, se puede apreciar un friso decorado con ovas esculpidas, sobre el que descansa un personaje femenino, llevando en la mano un ave (Almagro Gorbea, 1983a: 257; Page y García Cano, 1993: 41, núm. 7). En el caso de la necrópolis del Corral de Saus las jóvenes representadas portan frutos, posiblemente granadas (Izquierdo, 1998-1999).

En el caso de El Cigarraiejo, la atribución de estas piezas a una estructura del tipo paramento con nicho ornamental se ha realizado sobre la base del perfil posterior de las piezas, que acusa el paso hacia un remate semicircular en opinión de Castelo (1990b: 39). Pensamos que es más adecuada su definición como nacelas de gola con decoración en relieve (Almagro Gorbea, 1983a) que se integran en la construcción de monumentos aristocráticos en las necrópolis como los pilares-estela.

El fenómeno aparece documentado en un territorio restringido, Mogente- Jumilla- Mula- Verdolay, en una reducida serie de pilares que por vez primera integran una decoración particular y única: personajes, sobre todo femeninos, en altorrelieve en sus capiteles, como parte de sus golas. Parece verosímil, pues, la posibilidad de que un taller itinerante con artesanos portadores de modelos, fórmulas tipológicas y constructivas funcionara en la primera mitad del siglo IV a.n.e. en el territorio de Mula,Jumilla y Mogente, por el corredor de Montesa.
Sala VIII: Pedestal IV. Altorrelieve figurado

La actividad escultórica documentada en los yacimientos murcianos de El Cigarraiejo, Cabecico del Teroro y Coimbra del Barranco Ancho es coincidente en parte con el momento atribuido al conjunto monumental del Corral de Saus (Mogente, Valencia), así como con las primeras esculturas del Cerro de los Santos (primera mitad del siglo IV a.C.). Los paralelos en el estilo, la técnica y la pluralidad de tipos,en especial, los elementos arquitectónicos como las nacelas con decoración, las golas lisas o los cipos con decoración en relieve, muestran una proximidad en los repertorios monumentales de las necrópolis citadas.

Interesa, antes de avanzar en el comentario de las piezas de esta sala, resaltar la diversidad de tipos: estante, sedente y yacente, sobre los que se representa la mujer ibérica en la necrópolis de El Cigarraiejo.

Grandes y majestuosas esculturas entronizadas de damas adultas sobre pedestal en los empedrados, figuras estantes de formato medio y altorrelieves con figuras femeninas dispuestos en capiteles de monumentos tipo pilar-estela se muestran en esta necrópolis, característica en su iconografía y tipología, del territorio del sureste en el arranque del Ibérico Pleno.

A continuación, en la vitrina 18, se presenta una selección de cultura material en distintos soportes y formatos en torno al mundo femenino, con cerámicas (figurita y vaso plástico en forma de paloma o fusayolas de tipos diversos), elementos metálicos (anillo), pasta vitrea (cuentas de collar) o hueso (placa decorada).

El universo del adorno, el hilado y tejido o la ofrenda de la libación a través de la forma de paloma se asocia tradicionalmente al ámbito femenino. Por una parte, la ofrenda de aves es exclusivamente femenina (Prados e Izquierdo, 2002-2003 y en prensa; Izquierdo, 2003a; Izquierdo y Prados, en prensa). Su significado se ha de asociar a la fecundidad (en el Mediterráneo se ofrecen aves a Artemis, Afrodita, Tanit y a la divinidad indígena asimilable).

El mundo del tejido, por otra parte, se ha definido como un auténtico laboratorio de indagación sobre el género en arqueología. Elementos de intercambio, prestigio, estatus, ritual, mediador entre grupos en contextos domésticos, sagrados o funerarios, como en este caso, la presencia de cultura material relacionada con el hilado y el tejido (fusayolas, pondera, placas de hueso perforadas, punzones, agujas, discos o carretes cerámicos), se relaciona, más allá de las denominadas "actividades de mantenimiento" y su transformación, con connotaciones simbólicas. En ocasiones ha constituido en algunas sociedades el vehículo de transmisión de leyendas y mitos de origen, sin olvidar su posible función en pactos, rituales de tránsito ,por ejemplo, a la muerte, dones, regalos o presentes en determinadas ceremonias intercambio de bienes, o religiosas (Izquierdo, 2001c).

Los fragmentos escultóricos incluidos en esta vitrina "de femenino" son diversos, donde destaca una cabecita que apareció fuera de tumba (Cuadrado, 1984; 266} Castelo, 1990a: 189-190; eadem, 1995, MU-131). Presenta un tocado de original tratamiento, con la dívísión del cabello en dos partes, apreciándose los pliegues de una posible tela, bajo el mismo, cubriéndole las trenzas que enmarcan el rostro.

Destaca de esta singular cabeza sus trenzas laterales sobrepuestas y la espiga central posterior. En la misma necrópolis apareció otro fragmento de cabeza femenina, con parte del peinado realizado a base de trenzas enmarcando la cara, con la posible presencia de carrilleras (Castelo, 1990a: 191).

Carecemos de contextos arqueológicos para ambas piezas ya que las circunstancias de hallazgo en la necrópolis son desconocidas.
El peinado de trenzas es distintivo de jóvenes mujeres, como en los monumentos funerarios de Osuna y en Corral de Saus (Izquierdo, 1998- 1999).

El peinado y/o el tocado, como atributos de un esquema representativo, se convierten así, como hipótesis de trabajo, en indicadores de género y grupo de edad en el imaginario ibérico. En esta cabecita femenina de El Cigarraiejo, destacaremos además el interés en la labra del peinado y los ojos, enmarcados, destacados, evocando tal vez, algún tipo de maquillaje. La imagen femenina se ritualiza en la necrópolis, un espacio de tránsito, y se presenta peinada y distinguida para la ocasión.

Siguiendo con la colección instalada en esta vitrina en torno al mundo femenino, destacaremos otro elemento muy fragmentado, hallado sobre la tumba núm. 471 y perteneciente al rostro de una escultura, tal vez femenina (Cuadrado, 1984: 266; Cástelo, 1995, MU-130). Sobre la frente se dispone un flequillo mal conservado, perteneciente a una cabeza cubierta, seguramente, por un tocado liso. Aparece junto con dos fragmentos figurados, correspondientes a sendas piezas de distinta coloración, que fueron halladas en la misma tumba núm. 244 y representan manos (Cuadrado, 1984: 265 y Castelo, 1995, MU- 134), en el primer caso, con tres dedos de uñas marcadas, sobre un elemento cuadrangular, posible caja, con decoración lateral; y, en el segundo ejemplo, con adorno de anillo en el dedo anular de chatón circular y tal vez otro, apenas visible, en el dedo índice, sujetando lo que parece tratarse los pliegues de un ropaje (Cuadrado, 1987a: 437-438 y Castelo, 1995, MU-135), pertenecientes a figuras exentas o altorrelieves. Estos elementos se hallaron entre las piedras de la cubierta de la tumba núm. 244, un túmulo de cinco escalones que es interpretado por Cuadrado (1987a: 438) como una importante tumba femenina, por las características de su ajuar y la iconografía de sus elementos. Destacaremos la representación de la cajita (Cuadrado, 1987a: 586), de cuatro patas y singular sección, equiparable a las halladas en la necrópolis de Galera.

Sala VIII: Vitrina 18. Objetos femeninos. 


Completa el conjunto pétreo en esta vitrina la cabeza de ave (Cuadrado, 1984: 262; Castelo, 1995, MU-119) documentada en la tumba núm. 472, no publicada, de gran tamaño. Se resalta la labra de sus ojos, enmarcados. Una presencia, la del ave o paloma, que ya hemos comentado a propósito de la dama sedente o el altorrelieve decorado.

Enlaces de interés: La Mujer Ibérica. Sala VIII. Material Didáctico.

Fuente: El Museo de Arte Ibérico El Cigarralejo de Mula - La Colección Permanente

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