La entrada de hoy esta dedicada a
explicar algunos de los exvotos de caballo enjaezado hallados en
el Santuario del Cigarralejo por don Emeterio Cuadrado.
El conjunto de exvotos con
representaciones de caballos es el de mejor calidad artística y,
posiblemente, el más citado en la bibliografía científica y el más
divulgativo.
Es más, el exvoto nº19, el cual
explicaremos en esta entrada, es el utilizado como logotipo del
propio Museo Monográfico de “El Cigarralejo”.
A continuación describiremos algunos de estos "Exvotos de Caballo Enjaezado"
- Exvoto de caballo enjaezado:
Piedra arenisca. 16 X 10,5 X 4,8 CM. Nº Inventario: 19; E013. |
“ Es la
joya de la colección. Ninguna otra pieza tiene
tan fina talla, ni tan elevada técnica ni tan exquisito arte. Todos
los detalles del cuerpo animal y del atalaje están estudiados y
representados con tal realismo y meticulosidad, que hacen de esta
obra del arte ibérico una pieza única en su género”. Con estas
palabras describía Emeterio Cuadrado el exvoto n° 19, una figura de
caballo ricamente enjaezado.
No se conserva entero. Se pudo
recuperar su cabeza, hoy integrada al cuerpo, pero falta la parte
inferior de sus patas, así como la peana en la que se sustentaría.
La talla, toda ella en bulto redondo al carecer del típico bloque de
piedra entre sus extremidades, debió proporcionar a la pieza una
notable fragilidad que bien explica su estado actual de conservación.
Las proporciones del cuerpo son de las mejor conseguidas, lo que
evidencia la pericia del artesano, así como su fina capacidad de
observación a Ja hora de marcar los rasgos más característicos del
animal. Derivado de todo ello sería la existencia de diferentes
manos en el mismo taller.
La talla presenta una clara insinuación
de la musculatura y articulaciones del animal (rasgo éste inusual en
los exvotos de El Cigarralejo) así como un marcado detallismo de
algunas de sus partes, tanto fisiológicas (sus órganos
reproductores con clara indicación del escroto y prepucio)como el
rico sistema de atalajes con que va enjaezado el animal.
La cabeza muestra un detallismo notable
en sus elementos formales. Las orejas están vueltas hacia atrás, si
bien sólo conservadas en parte. Los ojos son ovales y de globo
ocular abultado, características éstas habituales en el taller de
El Cigarralejo, pero presentan como excepcionalidad la labra de sus
párpados con indicación, incluso, de sus correspondientes
lagrimales. Por último, la nariz es afinada, con los ollares
perforados mediante el uso de trépano y los belfos, carnosos y
redondeados, contornean la boca ligeramente entreabierta.
Similar esmero se constata en la talla
del atalaje constituido éste por brida y montura. La primera consta
de cabezada con testera, frontalera, montantes y ahogadero. Llama la
atención por el detallismo y buena conservación el freno,
retorcido, y el bocado curvado que se adorna en sus extremos con
pequeños engrosamientos circulares unidos al montante mediante
anilla y triángulo. Las riendas se tallaron cortas. Lleva guardanuca
que pasa entre las orejas, quedando sujeta por la testera y por otra
correa sujetada en su extremo final en la garganta.
Con respecto a la montura ésta es de
doble manta “ephippium” de forma rectangular con esquinas
apuntadas que, una vez extendida, daría la forma de "piel de
toro". El reborde de la inferior sobresale por los cuatro lados
y se decoró mediante la talla de "dientes de sierra"
mediante línea incisa pero, en origen, debían corresponder a
bordados. Toda la superficie de la manta superior, o gualdrapa, va
igualmente decorada mediante un dibujo inspirado en motivos vegetales
geometrizados.
- Exvoto de Caballo Enjaezado, en bulto redondo.
Piedra arenisca. 12 X 12, 5 X 6cm. NºInventario: 21; E009 |
Representa un caballo en el que se ha
tallado su atalaje, lo que confiere hoy a la pieza gran interés.
Apareció muy fragmentada pero, tras la rigurosa búsqueda de sus
fragmentos se consiguió su casi total restauración. Faltan, tan
sólo, las patas en gran medida paliada por haberse conservado d
tabique de sustentación que unía ya con la peana propiamente dicha.
La cabeza fue tallada de manera algo
desproporcionada (corta) en relación con el resto del cuerpo. Sus
orejas, gruesas, no presentan labrados; el oído y los ollares de la
nariz fueron realizados mediante el uso de trépano.
Las quijadas fueron talladas de manera
correcta. Pero a diferencia de este poco interés por los rasgos
formales fisiológicos todo lo contrarío ocurre con la talla de su
atalaje o con determinados aspectos reveladores del elevado estatus
de estos animales entre las élites ibéricas; caso, por ejemplo de
las crines, en este caso peinadas a la izquierda. Ambas cuestiones
resaltan el carácter de prestigio de los caballos ibéricos,más
cercanos al carácter aristocrático- caballeresco de las gentes
íberas que a lo belicoso propiamente dicho.
El atalaje del exvoto se compone de
montura y brida, dado que los iberos no usaron silla de montar. Sí
se tiene constancia material, por el contrario, del uso de espuelas,
pues éstas han aparecido como parte de los ajuares funerarios en
diversas necrópolis, entre otras el propio Cigarralejo. La montura
es de doble manta “un ephippium” con sus esquinas ligeramente
apuntadas a modo de "piel de toro", aspecto formal también
documentado en la gran estatuaría caso, entre otros, de los
conocidos caballos de La Losa o Los Villares (Hoya Gonzalo), ambos en
Albacete. Por lo que respecta a la brida ésta se compone de cabezada
con testera, frontalera, ahogadera y montantes. Las riendas parten de
los extremos de la embocadura, seguramente serían dos anillos de
hierro en la realidad.
Sobre la nuca el artesano (que no
artista) talló una placa que pasaba entre las orejas y servía de
protección hasta la parte alta del cuello. Dicha pieza quedaba
sujeta por la testera de la brida, así como por otra correa que,
pasando por la garganta, se inserta en la parte posterior de este
guardanuca.
Paralelos formales a estos detalles se
han podido encontrar, décadas más tarde, en los caballos del
conjunto escultórico de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén) y en Los
Villares de Hoya Gonzalo (Albacete). Lateralmente se tallaron los
órganos reproductores del caballo mediante un rebajado de toda la
zona en un consciente deseo de indicar que de un caballo y no una
yegua se trataba.
- Exvoto de Caballo enjaezado.
Piedra arenisca. 11 x 11 x 4,5 cm. Nº Inventario: 33; E011 |
Caballo con la habitual zona de reserva
sin talla entre las patas para favorecer el apoyo y peana. Presenta
una fractura antigua en la zona del cuello, pero se conserva
completa. La poca dureza de la arenisca escogida para tallar el
exvoto, unido a la más que posible escasa pericia del artesano
deducible al observar la calidad artística del exvoto, debió hacer
aconsejable el no tallar el espacio existente entre la cabeza y el
cuello, así como el citado "bloque" entre las patas.
La cabeza del animal está notablemente
desproporcionada dentro de una composición rectangular. Sus orejas
son largas, con los oídos marcados longitudinalmente; los ojos
oblicuos y el labio inferior saliente. La crin cae a la izquierda. No
presenta cabezada y las riendas, como en la mayor parte del conjunto
de El Cigarralejo, son cortas y pasan sobre el cuello. Carece de
representación de sus órganos sexuales.
La montura es la habitual: doble manta
que no deja saliente de la inferior por la parte delantera, a
diferencia de sus otros tres lados. La inferior no lleva adorno, pero
sí la superior, tanto en el borde posterior como en la cincha, en
concreto una línea incisa con dibujo en zigzag. En esta ocasión los
bordes de la montura no son apuntados en sus extremos. La cola llega
hasta la peana, por lo que fortalece, aun más, a la talla en su
conjunto.
- Exvoto de Caballo enjaezado, en bulto redondo.
Piedra arenisca.13 x 8,5 x 3,5 cm Nº Invenatario: 73; E012 |
Caballo sobre peana, no obstante el
grueso del apoyo descansa sobre la piedra original dejada entre las
patas. Ello delata el punto de partida del bloque de talla, un
paralelípedo mantenido al configurar la propia figura del équido.
Presenta una rotura antigua en la zona
del cuello, si bien el exvoto está prácticamente completo a
excepción de las patas delanteras que, al igual que su
correspondiente peana en esta parte, no se han conservado. Para su
descubridor, Emeterio Cuadrado, ésta era "una de las figuras
más graciosas de El Cigarralejo".
La cabeza del animal fue
tallada resaltando de manera intencionada, tanto los rasgos
fisionómicos más característicos del équido como los atalajes,
signo del alto valor dado por las élites ibéricas al caballo como
indicativo del estatus de su poseedor: el de caballero aristocrático.
Así, las orejas del
animal están claramente talladas hacia adelante, con un somero
rehundimiento indicativo del pabellón auricular. Los ojos son
lenticulares, con el globo ocular saliente y, por su parte, la boca
está indicada mediante una ancha marca incisa sin detallar los
belfos, pero sí sus ollares realizados mediante sendas incisiones
verticales.
El cuello es corto, posiblemente
consciente el artesano de la fragilidad de la piedra empleada
(arenisca) pero de fácil labra, corroborado por la existencia de una
zona sin tallar dejada entre la parte baja de la cabeza y el cuello,
hábilmente disimulada por unas anchas riendas. De hecho, en este
sentido, conviene llamar la atención de cómo la mayor parte de las
figuras de équidos presentan roturas antiguas justamente en la zona
del cuello.
Las crines, cortas y peinadas a la
derecha, se realizaron mediante profundos surcos, con cierta
sensación de relieve gracias a su talla curvada y no en las
habituales líneas rectas paralelas. El perfil inferior del cuerpo,
así como sus cuatro extremidades, se realizaron mediante un ligero
rehundimiento del bloque original.
El atalaje está
constituido por la correspondiente cabezada con montantes,
frontalera, ahogadero, testera y muserola. Por lo que respecta a su
montura ésta es de una sola manta o “gualdrapa” sujeta mediante
cincha y pretal.
Sin duda una pieza única de cuidados acabados
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