En
esta breve entrada , hablaremos del hombre ibérico y reafirmaremos la
importancia del armamento y el caballo en esta cultura.
El
museo del Cigarralejo deja patente esta importancia y la vitrina
20 de la Sala IX, esta dedicada a los ajuares del guerrero ibérico
que incluye elementos en piedra que constatan esta importancia del
armamento y del caballo.
Con
respecto a los équidos, una consulta a las fuentes de información
de la protohistoria ibérica tanto fuentes arqueológicas,
iconográficas, textuales, numismáticas y paleofaunísticas,
concluyen con su relevante papel en esta sociedad en sus distintos
ámbitos: económicos, sociales y simbólicos.
Especial
importancia, desde nuestra perspectiva, reviste el análisis de su
función en el caso de los santuarios y las necrópolis.
En
el caso del Cigarralejo contamos con numerosos fragmentos asociados a
la forma del caballo. En esta vitrina (20 Sala IX), podemos observar
dos pequeños fragmentos que representan el hocico y la cabeza de un
caballo con correajes, finamente adornados con borlas en relieve, y
faleras, éste último hallado en la tumba 395. Un gran elementos de
la tumba 425 figura los cuartos traseros de un caballo enjaezado.
Destacamos
de esta cultura exenta el tratamiento del extremo de la silla y sus
correajes. Finalmente, la extraordinaria cabeza de caballo, con
falera lateral de 6 cm de diámetro y superior de 9,5 cm de diámetro,
hallada en la misma tumba número 395, donde se halló el pequeño
fragmento con falera, que completa esta vitrina.
Algunas
de estas piezas, elaboradas en la misma arenisca local de color
blanquecino-amarillento, muestran evidentes restos de pintura roja,
como en la cabeza, los cuartos traseros o el fragmento que representa
al hocico.
A
continuación, en la vitrina número 21, se muestra una cabecita
masculina, con tocado ajustado un peinado donde destaca el
geometrismo de las dos bandas de mechones dispuestas sobre la parte
anterior de la cabeza. Presenta trazos de su original acabado con
pintura roja, como la mayor parte del conjunto pétreo de la
necrópolis. Su oreja derecha, en parte reintegrada, muestra un
pendiente de 2,5 cm de diámetro y 1 cm de grosor.
Se
trata de una cabecita de pequeño formato, con ojos enmarcados, finos
labios y mentón insinuado, de 15 cm de altura máxima cuya labra se
concentra en la parte frontal y cenital. La pieza se ha valorado
desde su adscripción a la iconografía masculina del varón con
indumentaria civil y pendiente en la oreja que Aranegui ha
documentado en la provincia de Valencia (Escultura de Saitabi).
Corresponde
a la plástica del Ibérico Pleno donde se manifiesta un cambio de
signos de prestigio externo en elementos de indumentaria y adorno.
Concretamente,
esta cabecita masculina fue hallada en la tumba 471 de El Cigarralejo
(200-100 a.C.) donde también se documentó una cabeza femenina.
La
posible existencia de grupos escultóricos queda planteada a partir
del hallazgo conjunto de distintos elementos embutidos en la
estructura de un mismo empedrado, es este caso de cronología tardía.
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