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18 de diciembre de 2012

Los Íberos

Esta entrada esta dedicada a introducirnos de manera general en el mundo de los íberos.

Los autores clásicos, griegos y latinos, denominaron íber-íberes a los habitantes del área litoral mediterránea comprendida entre Andalucía y el río Hérault (Francia). Los íberos (iberos o Íberos) nunca llegaron a alcanzar una unidad política; sin embargo, tenían un rasgo común, su Cultura, que se desarrolló entre los siglos VI al I. a.C.
Enlace al  comic de los íberos del Cigarralejo

Los Íberos levantinos fueron unos de los pocos pueblos que se romanizaron de una forma pacifica, ya que tenían relaciones comerciales con los fenicios, griegos, romanos y acuerdos militares con Roma.

Con la Cultura Ibérica cambia la configuración del hábitat de las etapas precedentes y la estructuración de la población. Por primera vez en nuestras tierras se puede hablar de verdaderas ciudades que controlan política y económicamente un territorio donde se asientan otros núcleos de población dependientes de aquellas, de carácter preferentemente agrícola, como las aldeas y caseríos. Este territorio aparece defendido por fortines, dispuestos en puntos estratégicos, que aseguran la vigilancia de las fronteras.

La existencia de ciudades, es la característica más destacable de su organización política y social.
La utilización generalizada de la metalurgia del hierro y del torno de alfarero es un claro exponente de su alto nivel tecnológico.

A su vez, el uso de la escritura, la existencia de un sistema de pesas y medidas y, finalmente, la acuñación de moneda expresan la complejidad alcanzada por la sociedad ibérica.

La agricultura, junto con la ganadería, era la actividad económica fundamental de los íberos. Tenían una agricultura basada en el cultivo de la vid, el olivo y el trigo.

La Cultura Ibérica es el resultado de un proceso de formación iniciado en el siglo VIII a.C. con la instalación de las primeras colonias fenicias en el sur peninsular. Desde los establecimientos costeros partirán los estímulos que permitirán a los indígenas conocer nuevos productos y nuevas técnicas.

Las excavaciones reflejan el carácter sedentario, organizado y defensivo de los poblados ibéricos.

ORGANIZACIÓN SOCIAL y POLÍTICA

Fuese el que fuese el representante, ya sea un rey o un caudillo tribal, este siempre actuaba como el jefe militar y única autoridad representativa.

Existe una clara diferenciación de clases sociales. La cúspide de la organización social estaría ocupada por un caudillo o reyezuelo (denominado “basileus” por las fuentes clásicas) y que controlaría un buen número de poblados y los régulos subordinados a estos, y administradores de pequeñas hábitats de menor importancia, seguidos por la aristocracia con un marcado carácter militar.

LA CASA ÍBERA

Tanto la red viaria como las viviendas se adaptaban al terreno. El modelo de construcción más difundido es el oppidum; fortificación sobre una colina o elevación de fácil defensa.

Los materiales empleados en la construcción de una casa eran: la tierra, la piedra, la madera y la cal. Las casas poseían un zócalo de piedra de entre 0'5 y 1m de altura, sobre el que se alzaban las paredes de adobe. Posteriormente las piedras y adobes se revestían con barro, se enlucían y se encalaban; e incluso algunas casas se pintaron con tonos rojizos, verdes o azulados.

Los suelos eran de tierra apisonada y raramente de guijarros o lajas . Los techos eran planos y consistían en un entramado de vigas y rollizos sobre el que se disponía una densa cubierta vegetal, se han documentado improntas de tallos de gramíneas; y finalmente, se le dotaba de una capa de arcilla o barro, a veces mezclado con algún fragmento cerámico.

Las casas son de una sola planta y separadas por muros medianeros, se organizaban en manzanas y ocupaban, cada una, una superficie que variaba entre los 80 y 150 m2, aunque la casa del jefe del poblado seria la más grande llegando a los 300m2. La pendiente del cerro donde se situaba el poblado obliga a nivelar el suelo de las habitaciones mediante la construcción de muros de contención que servían de base a las paredes y que se rellenaban con tierra y piedras. Las habitaciones van así escalonándose a lo largo de la cumbre y las puertas se abrían en los lugares más accesibles, condicionando la forma y la organización interna de las casas. El poblado estaba casi siempre rodeado de murallas y en ocasiones con torres adosadas. Sus puertas tenían llaves para poder cerrarlas. En cada vivienda el espacio se distribuía de forma distinta, según las necesidades y actividades de sus ocupantes, predominando el modelo de una estancia principal y habitaciones secundarias anexas, de menores dimensiones.

Las casas aparecen compartimentadas en habitaciones: la zona principal, ocupa un lugar preferente y concentra las actividades culinarias y textiles; las despensas, en donde se almacenaban las ánforas y tinajas, se sitúan en espacios apartados y oscuros. Otras dependencias se destinan al reposo, molienda o talleres.

El estudio de las estructuras excavadas muestra la existencia de numerosas remodelaciones y ampliaciones de las casas. Estas nuevas dependencias no se comunican directamente con la vivienda original, sino que los accesos se realizaban desde la calle.

Las manzanas de casas se disponían a uno y otro lado de la gran calle central que recorrería prácticamente todo el poblado. De este eje principal arrancarían las calles secundarias perpendiculares, cruzadas a su vez por otras, con pequeñas plazas situadas en torno a elementos destacados como una cisterna. Con el paso del tiempo y la masificación las ampliaciones en las viviendas fueron invadiendo y reduciendo el espacio de las calles secundarias, salvo donde era necesario mantener una anchura mínima para la circulación de los carros, de tal forma que se han encontrado calles donde sólo era posible el paso de una persona.

LA CERÁMICA

Los vasos decorados con motivos geométricos, constituyen la clase más corriente de la cerámica íbera.

Los íberos tomaron este tipo de decoración de los colonizadores. Los vasos decorados ibéricos se agrupan en dos estilos pictóricos bien diferenciados. El estilo narrativo con escenas figuradas dispuestas en friso y acompañadas en muchas ocasiones de textos escritos que se desarrolla en el siglo III a.C.; y el estilo simbólico, caracterizado por imágenes aisladas y de seres mitológicos en disposición central, que se desarrolla en los siglos II-I a.C. En estas producciones de prestigio, realizadas en su mayoría por encargo, destaca el papel del pintor especializado frente al alfarero. Esta división del trabajo entre pintores y ceramistas confirma que estamos ante una sociedad jerarquizada donde artistas o talleres trabajan para las clases altas urbanas.
Entre el material cerámico recuperado destaca la cerámica de importación fina, como son las cerámicas áticas, tanto de figuras rojas como de barniz negro. La cerámica de barniz rojo aparece en menor cantidad que la negra, todas ellas correspondientes al siglo IV a.C. 

En cuanto a la cerámica propiamente ibérica contamos con un repertorio tipológico formado por recipientes cerámicos de cerámica fina, y por los de cerámica de cocina. En la primera se incluyen recipientes de transporte, almacenaje, despensa ánforas, tinajas, etc.; de servicio de mesa; platos, escudillas, páteras, copas, y de aseo personal, o también relacionadas con actividades religiosas y funerarias botellitas, copitas, etc. Con una decoración pintada de carácter geométrico compuesta por bandas, filetes y círculos, que las sitúa claramente en el ibérico Pleno.

La cerámica de cocina se compone de recipientes destinados esencialmente a uso culinario, encontramos las ollas tanto grandes como medianas, las cazuelas, las tapaderas, los toneles, etc..
Las escenas pintadas en la cerámica están dispuestas en friso y en ellas participan siempre varios personajes, plasman actividades muy concretas de un sector de la sociedad: la aristocracia.
Muestran un mundo lúdico, como las cacerías, y militar, donde la guerra, duelos y juegos competitivos reflejan la importancia del caballero. Las damas entrenadas, las procesiones y danzas reflejan el carácter festivo y religioso de estas ceremonias colectivas donde siempre participan mujeres que, por su atuendos y atributos, representan a damas de alto rango.
Así, las escenas de la cerámica muestran, en un contexto urbano, a la clase privilegiada. En la base de la sociedad se encontraba el campesinado, que no aparece reflejado en la iconografía, dedicado a la explotación del entorno de la ciudad.

LA ESCULTURA

Además de su valor estético, las esculturas íberas nos presentan prácticamente la única fuente para aproximarnos al aspecto físico de sus gentes; ya que incineraban a sus muertos y no tenemos cadáveres para su estudio antropológico.
Es una escultura arcaica, las figuras en un principio son representadas frontalmente, siendo rígidas, simétricas y carentes de animación, pero eso sí, con una gran expresividad, no olvidemos que su arte y vida se vio influido por las colonias griegas , fenicias y púnicas. Posteriormente sus obras alcanzan una belleza y elaboración exquisitas.

La mayoría de esculturas íberas datan del S. V a.C hasta la romanización. La escultura íbera se divide en dos facetas: Las estatuas de piedra de gran tamaño y las estatuillas que se ofrecían como exvotos en los santuarios. En el levante destacan las obras como la Dama de Elche, el Guerrero de Moixent. Los temas representados eran las figuras humanas y de animales, ya sean reales o fantásticos. Los materiales empleados eran la piedra, el bronce, la terracota y el hierro.

LOS METALES

Los objetos de metal hallados son, en su mayoría, de hierro, seguidos de los de bronce y plomo y, en menor medida, los de plata y oro.

Las piezas de hierro que se han recuperado se podrían agrupar según su funcionalidad:

-Las relacionadas con el armamento.

-El material que corresponde a las diferentes actividades agrícolas, artesanales y domésticas que se desarrollaron en los poblados.

-Y finalmente las piezas que se podrían clasificar como elementos propios de tareas de construcción y carpintería.

En bronce el porcentaje es menor, destacando sobre todo a objetos relacionados con la vestimenta y piezas relacionadas con actividades comerciales.

En plomo también se han recuperado unas planchas, de forma circular, que probablemente servían para contener las brasas en el interior de las viviendas. En este mismo material han aparecido láminas escritas que nos muestran la complejidad de la sociedad ibérica. Son planchas muy finas, que suelen aparecer enrolladas, escritas por ambas caras.

En cuanto a los metales nobles es escasa su presencia en los restos recuperados, (anillos, cadenas...)

LA ORFEBRERÍA

Los íberos eran unos grandes orfebres y aunque su estilo se vio influido por los griegos o la cultura oriental, llegaron a desarrollar su propio estilo.

NUMISMÁTICA

Durante los siglos V-III a.C. se atestigua en nuestros poblados el uso de un número reducido de monedas procedentes de Siracusa, Messana, Massalia o Emporion. Durante este tiempo, la moneda desempeñó una función muy modesta o casi nula, ya que los intercambios se realizaban mediante el trueque.

Las primeras monedas que se acuñaron en tierras valencianas fueron las de Arse (Sagunt), durante la segunda mitad del siglo III a.C, y poco después en Saitabi (Xátiva).

La Segunda Guerra Púnica, que enfrentó a romanos y cartagineses, será una causa muy importante de la difusión del uso de la moneda, pues puso en circulación una enorme cantidad de ellas para cubrir los gastos originados por la guerra, como el sueldo, stipendium de los mercenarios íberos. Arsey Saitabi fueron los centros emisores más importantes, con una voluminosa producción durante los siglos II-I a.C.

Ambas acuñaron plata; perolas cecas valencianas, exceptuando Arse, se orientaron hacia la acuñación de moneda de bronce ases y divisores, es decir, hacia la moneda utilizada en las pequeñas transacciones. Paralelamente a estas acuñaciones de las cecas ibéricas, se acuñaron también tres emisiones de monedas de bronce en la recién fundada ciudad romana de Valentia.

En el mundo ibérico la validez de las monedas no estuvo limitada al territorio de la población que las emitió, siendo igualmente utilizadas y aceptadas en otras ciudades.

LENGUA y ESCRITURA

Ninguna de las inscripciones conservadas es anterior al siglo V a.C. Se han encontrado sobre piedras, plomo, monedas y cerámica.

La escritura íbera era semisilábica en un momento en el que dominaban en el mediterráneo las escrituras alfabéticas.

La transcripción de los signos ibéricos fue lograda hace años, gracias a los nombre íberos que aparecían en inscripciones latinas y epígrafes de monedas.

Aunque no se ha podido traducir la escritura ibérica.

Entre los distintos sistemas utilizados es el área de Levante la que ofrece mayor riqueza y variedad de inscripciones. Utiliza 28 signos y su uso estuvo muy generalizado.

El ibérico es una lengua preindoeuropea y se inscribe dentro de la unidad lingüística mediterránea.

Estos documentos aparecen escritos en tres alfabetos distintos: el alfabeto meridional, que ocupa la parte oriental de Andalucía, las tierras de Albacete, Murcia y Alicante; el alfabeto oriental, que se extiende por toda la costa este peninsular, y el alfabeto jónico que se limita a la comarca de Alcoi y parte de la costa alicantina.

LA RELIGIOSIDAD

La religiosidad ibérica, dada la escasez de fuentes textuales y la natural dificultad que su estudio tiene a través de los restos arqueológicos, ha sido tradicionalmente el campo de conocimiento de la cultura ibérica que mayor retraso ha tenido en la investigación.

El panteón ibero aceptó divinidades exóticas orientales y posteriormente griegas y romanas.
Uno de los cultos más venerados eran a las diosas de la fertilidad, también aparecen diversas diosas aladas representadas en vasos cerámicos. Aparecen asociadas con el culto al mundo subterráneo, como serpientes. Otros cultos mediterráneos como el toro estaban muy arraigados en el levante. También han aparecido culto solares y lunares.

EL RITUAL FUNERARIO

El ritual funerario generalizado en los íberos fue la incineración. Las cenizas se colocaban en una urna y se rodeaban de ofrendas: vasos, armas y otros objetos.

Los íberos incineraban a sus muertos, proceso durante el cual se quemaban hierbas aromáticas. Las cenizas eran recogidas cuidadosamente y depositadas en un loculus,con o sin urna.

Junto a los restos del incinerado se enterraba su ajuar, compuesto por elementos indicativos de su status social, como cerámica de lujo, armas, herramientas, etc.; objetos personales como fíbulas o cuentas de collar, y, en algunos casos, figurillas, amuletos y ofrendas alimenticias. Diversas ceremonias podían celebrarse durante las exequias, como libaciones, juegos funerarios, desfiles, cortejos y banquetes.

Los ajuares funerarios nos acercan a las creencias de ultratumba que profesaban y a la costumbre ibérica de enterrar a los muertos con sus objetos.

Fuentes:


El Cigarralejo” - Museo Monográfico de Arte Ibérico.

El Museo de Arte Ibérico El Cigarralejo de Mula – La Colección Permanente.

1 comentario:

  1. Es una pena que todavía esté sin excavar el poblado,hay que ponerse las pilas y poner en valor todo el yacimiento.

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